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KEEP CALM and GO BAREFOOT

miércoles, 28 de febrero de 2018

MARATÓN DE SEVILLA 2018....




Nunca debes ver los retos como una desventaja. En cambio, es importante que comprendas que tu experiencia enfrentando y superando la adversidad es una de tus mayores  ventajas.

Quizás en esta cita se refleje a la perfección mi participación en el Maratón de Sevilla de este año.
Muchas dudas tenía. Por una parte no quería quedarme sin correr, en los últimos seis año no había faltado y por otra, la cabeza me decía que no, que fuera consecuente y no arriesgara ya que las condiciones  en las que me encontraba no eran las más idóneas. No había realizado ningún tipo de preparación, me faltaban las tiradas largas  y todo unido a un  corto kilometraje premaratón, hacían casi imposible  enfrentarse al reto.


Desde hace casi tres meses, venía sufriendo una tirantez, en la zona púbica, debido a una  fuerte descompensación de los músculos de las piernas, con el recto abdominal. Me había tratado con EPI , pero las agujas no hicieron el milagro esperado. No era una lesión en sí, pero aunque  me dejaba correr, el enfrentarme a un maratón en estas condiciones  podía ser  una temeridad.  Me podría ocasionar en primer lugar, no terminarlo y luego estar bastante tiempo sin correr. Había ido retrasando la inscripción para agotar las posibilidades hasta que decidí descansar este año.
Ocho días antes de la gran cita, surgió algo inesperado. Un amigo me ofreció su dorsal. Estuve un día pensándolo y al final dije, palante. Sabía que no era lo correcto, pero la cabezonería me hizo cambiar. Me había enfrentado ocho veces a la distancia y tenía la suficiente experiencia para saber  lo que tenía que hacer, si en carrera sonaban las alarmas. Estaba muy claro, la cautela iba a ser mi principal aliada y si había que echar el pie a tierra o abandonar no iba  a dudar.
Y allí me presenté con mis amigos Jorge y Javi. Llegamos a la feria del corredor,  como siempre, gran animación y donde nos encontramos con algunos compañeros de nuestro club y con Miguelon,  con los cuales compartimos la comida de la pasta.

Ya por la tarde decidimos irnos a relajarnos  a la residencia. Sobre las  ocho salimos cenar y ocurrió algo que nos marcó. Desafortunadamente al salir Jorge, en el último escalón de la entrada, tropezó y se cayó sobre mí. Los dos rodamos por el suelo con tan mala suerte que él se doblo el tobillo, ocasionándose un fuerte esguince. 


Demostró ser un valiente y a la vez  como ocurrió  en carrera tener la cabeza totalmente fría. Decidió tomar la salida con nosotros.  
A las 8:30 como siempre, pistoletazo y a correr. Decidimos cada uno ir a nuestro ritmo y nos deseamos suerte. La animación en la salida como siempre. La arenga del speaker unida a la clásica  de AC-DC,  inundaba el entorno de esa magia especial que tanto nos gusta y que nos pone los vellos como escarpias.
Y a correr. Mi intención era la de ir en modo control total. No me podía arriesgar a que un ritmo alto no me permitiera ir con seguridad. Pero lo de siempre. Empecé fuerte. En ningún momento durante los primeros kilómetros el crono me marcó por encima de 5 minutos. Iba cómodo pero con temor, sabía que en cualquier momento podían aparecer las molestias. De vez en cuando iba sintiendo  débiles pinchazos que me hacían temer lo peor. Trataba de tener la cabeza en otro sitio y no pensar. Pasaban los kilómetros y empecé a trazarme las metas. Llegué al diez y la medía seguía siendo  buenísima.  Dejamos atrás toda la zona de Torneo y enfilamos dirección al interior. El reloj seguía marcando una medía de 4:35 y  yo a lo mío. Me encontraba  muy cómodo y fijé la siguiente meta, la medía maratón. Sobre el catorce la Macarena, punto emblemático donde la animación siempre acompaña y para mí  es uno de las zonas más emotivas de la carrera. Va pasando la distancia y las sensaciones buenísimas. Los pies de lujo con mis huaraches a pleno rendimiento. Poco antes de llegar a la medía, ya se sentía la música de ambiente. Crucé el arco en 1:44, fenomenal. Todo se iba de maravilla, me encontraba tremendamente sorprendido por el buen ritmo que llevaba, aún por debajo de 5.  En todo los avituallamientos me paraba para beber y me echaba un orejón a la boca. El siguiente objetivo el campo  del Betis sobre el 33. Por aquí ya el crono empezaba a subir. La Palmera como siempre, demoledora. Es el peor tramo para mí, lo más insufrible antes de  que empezara lo bueno.  Y por fin el parque de María Luisa y la Plaza de España. Que de gente, que animación, que luz. Lo más bonito  con diferencia de la carrera. Ya no tenía dudas, se me tenía que dar muy mal para no llegar. Continuaba con pequeñas molestias   que no me impedían seguir avanzando.  Reyes Católicos, la Catedral, Trajano la Alameda y por fin la Barqueta. Ya lo tenía. La animación era impresionante, el gentío abarrotando y arropándonos  a todos. Ya no quedaba nada. Las fuerzas las justas para llegar al estadio y disfrutar del final. La entrada  impresionante, después de la oscuridad del túnel la claridad, la luz de la llegada y el disfrute de esos mágicos 195 metros. Lo que se siente al cruzar la meta es inenarrable, es  el jubileo después de toda una vida luchando para llegar al final.


El crono  me marcó 3:32 con un tiempo oficial de 3:33 y pico. Contentísimo de mi noveno maratón completado. Una chica me dio la medalla e irremediablemente como siempre las lágrimas aparecieron. Jorge al final tuvo que abandonar  en el kilómetro 10,  no le dio tregua el tobillo y Javier como siempre en su línea, terminando su enésimo maratón.  
La organización como siempre, mucha atención a los corredores y todo perfecto. No me quiero olvidad de mis compis del club, los cuales  hicieron un magnifico maratón y de los acompañantes que también se desvivieron por hacernos todo más fácil. Volveré...

2 comentarios:

Jorge dijo...

¡Cómo emociona leerte tu magnífica crónica de la carrera!
El año que viene sí o sí !!

Fuerza !!

Unknown dijo...

Enhorabuena !!!