Cuanto más difícil sea la conquista de una meta, mayor será la felicidad de conseguirla. Quizás en esta cita se resuma mi primera participación en la subida al Pico Veleta, como dicen, una de las carreras de ultrafondo más duras del mundo.
Hace tiempo que tenía en mente participar en esta prueba.
Posiblemente el respeto a la distancia y ese desnivel tan brutal, me hacían
buscar diversas escusas para autocovencerme
de no correrla.
Pero esta edición tenía que ser diferente, gracias a mi compañero
Javier, especialista en este tipo de prueba, me animé a inscribirme. Javi
participaba por decima vez y para mi fue como
un autentico bálsamo dirigiéndome y sobre todo arropándome en los duros
momentos que se viven en
esta magnífica carrera.
Llegamos sobre las 8
de la tarde al hotel de la organización, allí teníamos reservado el
alojamiento. Muchísima gente en la zona de recogida de dorsales, las fotos de
rigor y la cuenta atrás hasta la salida.
Al día siguiente, madrugón y para la salida. Muchos
corredores de un sitio para otro en la Alameda granadina y ambiente de carrera
grande se respiraba por todos los rincones.
Pistoletazo y a correr. Nos esperaba, sobre todo para mi, algo
distinto. Una complicadísima ecuación
con muchas incógnitas que tenía que ir resolviendo sobre la marcha, unido
a ese miedo que tenemos todos cuando nos
enfrentamos a lo desconocido y que no
tenía más remedio que atenuarlo y derrotarlo con mi principal arma, la ilusión
de llegar.
Los primeros kilómetros van transcurriendo con normalidad. En
un santiamén nos encajamos en Cenes de
la Vega. Llevamos algo más de 10 y la frescura con la que voy corriendo me sorprende. La temperatura, ideal y poco a poco vamos adelantando corredores.
Mis pies, perfectos, las sensaciones fenomenales y todo según guión. Javi me
había advertido que lo principal de esta carrera era llegar, que había que
olvidarse de registros y de marcas.
Teníamos que ir guardando fuerzas en la mochila durante el primer tercio. Ya las necesitaríamos más adelante. La carrera seguía discurriendo dentro de la normalidad. La constante subida se iba haciendo algo monótona hasta que llegamos a la gasolinera, aproximadamente la mitad del recorrido. Javier me había dicho que me invitaba a una coca cola en la tienda, pero nuestro gozo en un pozo, al llegar estaba cerrada. Algo más arriba cumplió y en un bar nos la tomamos. Nuestro siguiente objetivo, el Dornajo. Ya había tramos que andábamos, el cansancio empezaba a hacer de las suyas y a pasar factura. En cada avituallamiento me paraba, bebía y comía todo lo posible; quería ir lo máximo hidratado posible. Seguíamos devorando kilómetros. El paisaje iba cambiando; las vistas, impresionastes. Pasamos Pradollano y cada vez que levantaba la vista, el pico del Veleta se veía en el horizonte tan cerca y tan lejos a la vez . Sobre el 38 tuve que bajar algo el ritmo. Sentí unos retortijones que me produjeron arcadas y el consiguiente vómito. Se me vino el Veleta encima. Me quedaba lo más duro y pensaba que sería imposible llegar.
Me quedé sin fuerzas y continué andando a un ritmo cansino. Me tomé un Totum y milagrosamente empecé a recupera. Javier se había adelantado y lo seguía a lo lejos. Poco a poco intenté aumentar el ritmo, pero fue imposible. Me quedaban solo las fuerzas justas para intentar llegar . Las rampas eran interminables, nunca se acababan, además empezó a dolerme la cabeza. No quería ni mirar el garmin. Los kilómetros no pasaban, del 42 al 45 se me hicieron eternos. Me cruzaba constantemente con corredores que venían de vuelta y que no escatimaban en dar ánimos a los que seguíamos en carrera. Y por fin la cima. En la última cuesta eché a correr y coroné la meta completamente extenuado pero inmensamente feliz y orgulloso por lo conseguido. Poco a poco fui digiriendo lo que había logrado. Casi no podía hablar de la emoción que tenía. Había conseguido vencer al Veleta. Al final el tiempo marcó 7:28, increíble. Ha sido sin lugar a duda, la carrera más dura a la que me he enfrentado. Muscularmente entré perfecto, sin ninguna molestia. Los pies frescos a más no poder dentro de mis huaraches que se comportaron de maravilla.
Javier, llegó en condiciones inmejorables demostrando la clase que tiene y el dominio en este tipo de pruebas. Igualmente mis compañeros Cath, segunda en su categoría; Natalia, Inma, Oscar, Álvaro y Juanma llegaron cumpliendo sus expectativas…. Campeones.
Ha sido una carrera en la que he disfrutado muchísimo a la vez que he sufrido y padecido, pero que al final ha tenido su recompensa. Volveré......
Teníamos que ir guardando fuerzas en la mochila durante el primer tercio. Ya las necesitaríamos más adelante. La carrera seguía discurriendo dentro de la normalidad. La constante subida se iba haciendo algo monótona hasta que llegamos a la gasolinera, aproximadamente la mitad del recorrido. Javier me había dicho que me invitaba a una coca cola en la tienda, pero nuestro gozo en un pozo, al llegar estaba cerrada. Algo más arriba cumplió y en un bar nos la tomamos. Nuestro siguiente objetivo, el Dornajo. Ya había tramos que andábamos, el cansancio empezaba a hacer de las suyas y a pasar factura. En cada avituallamiento me paraba, bebía y comía todo lo posible; quería ir lo máximo hidratado posible. Seguíamos devorando kilómetros. El paisaje iba cambiando; las vistas, impresionastes. Pasamos Pradollano y cada vez que levantaba la vista, el pico del Veleta se veía en el horizonte tan cerca y tan lejos a la vez . Sobre el 38 tuve que bajar algo el ritmo. Sentí unos retortijones que me produjeron arcadas y el consiguiente vómito. Se me vino el Veleta encima. Me quedaba lo más duro y pensaba que sería imposible llegar.
Me quedé sin fuerzas y continué andando a un ritmo cansino. Me tomé un Totum y milagrosamente empecé a recupera. Javier se había adelantado y lo seguía a lo lejos. Poco a poco intenté aumentar el ritmo, pero fue imposible. Me quedaban solo las fuerzas justas para intentar llegar . Las rampas eran interminables, nunca se acababan, además empezó a dolerme la cabeza. No quería ni mirar el garmin. Los kilómetros no pasaban, del 42 al 45 se me hicieron eternos. Me cruzaba constantemente con corredores que venían de vuelta y que no escatimaban en dar ánimos a los que seguíamos en carrera. Y por fin la cima. En la última cuesta eché a correr y coroné la meta completamente extenuado pero inmensamente feliz y orgulloso por lo conseguido. Poco a poco fui digiriendo lo que había logrado. Casi no podía hablar de la emoción que tenía. Había conseguido vencer al Veleta. Al final el tiempo marcó 7:28, increíble. Ha sido sin lugar a duda, la carrera más dura a la que me he enfrentado. Muscularmente entré perfecto, sin ninguna molestia. Los pies frescos a más no poder dentro de mis huaraches que se comportaron de maravilla.
Javier, llegó en condiciones inmejorables demostrando la clase que tiene y el dominio en este tipo de pruebas. Igualmente mis compañeros Cath, segunda en su categoría; Natalia, Inma, Oscar, Álvaro y Juanma llegaron cumpliendo sus expectativas…. Campeones.
Ha sido una carrera en la que he disfrutado muchísimo a la vez que he sufrido y padecido, pero que al final ha tenido su recompensa. Volveré......