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KEEP CALM and GO BAREFOOT

jueves, 10 de agosto de 2017

Subida al Veleta



Cuanto más difícil sea la conquista de una meta, mayor será la felicidad de conseguirla.  Quizás en esta cita se resuma mi primera participación en la subida al Pico Veleta, como dicen,  una de las carreras de ultrafondo más duras del mundo.

Hace tiempo que tenía en mente participar en esta prueba. Posiblemente el respeto a la distancia y ese desnivel tan brutal, me hacían buscar diversas escusas para autocovencerme  de no correrla.
Pero esta edición  tenía que ser diferente, gracias a mi compañero Javier, especialista en este tipo de prueba, me animé a inscribirme. Javi participaba por decima vez y para mi fue como  un autentico bálsamo dirigiéndome y sobre todo arropándome en los duros momentos   que se  viven en  esta  magnífica carrera.
Llegamos  sobre las 8 de la tarde al hotel de la organización, allí teníamos reservado el alojamiento. Muchísima gente en la zona de recogida de dorsales, las fotos de rigor y la cuenta atrás hasta la salida.
Al día siguiente, madrugón y para la salida. Muchos corredores de un sitio para otro en la Alameda granadina y ambiente de carrera grande se respiraba por todos los rincones.
Pistoletazo y a correr. Nos esperaba, sobre todo para mi, algo distinto. Una complicadísima  ecuación con muchas incógnitas que tenía que ir resolviendo sobre la marcha, unido a  ese miedo que tenemos todos cuando nos enfrentamos  a lo desconocido y que no tenía más remedio que atenuarlo y derrotarlo con mi principal arma, la ilusión de llegar.
Los primeros kilómetros van transcurriendo con normalidad. En un santiamén nos encajamos en Cenes  de la Vega. Llevamos algo más de 10 y la frescura con la que voy  corriendo me sorprende. La temperatura, ideal  y poco a poco vamos adelantando corredores. Mis pies, perfectos, las sensaciones fenomenales y todo según guión. Javi me había advertido que lo principal de esta carrera era llegar, que había que olvidarse de registros y de marcas.  


 Teníamos que ir guardando  fuerzas en la mochila durante   el primer tercio. Ya las necesitaríamos  más adelante. La carrera seguía discurriendo dentro de la normalidad. La constante  subida se   iba haciendo algo monótona hasta que llegamos a la gasolinera, aproximadamente la mitad del recorrido.  Javier me había dicho que me invitaba a una coca cola en la tienda, pero nuestro gozo en un pozo, al llegar estaba cerrada. Algo más arriba  cumplió y en un bar nos la tomamos.  Nuestro siguiente objetivo, el Dornajo. Ya había tramos que andábamos, el cansancio empezaba a hacer de las suyas y a pasar factura.  En cada avituallamiento me paraba,  bebía y comía todo lo posible; quería ir lo máximo hidratado posible. Seguíamos devorando kilómetros. El paisaje iba cambiando; las vistas, impresionastes. Pasamos Pradollano y cada vez que levantaba la vista, el pico del Veleta  se veía en el horizonte tan cerca y  tan lejos a la vez . Sobre el 38 tuve que bajar algo el ritmo. Sentí unos retortijones  que me produjeron arcadas y el consiguiente vómito. Se me vino el Veleta encima. Me quedaba lo más duro y pensaba que sería imposible llegar.


 Me quedé sin fuerzas y continué andando a un ritmo cansino. Me tomé un Totum y milagrosamente empecé a recupera. Javier se había adelantado y lo seguía a lo lejos. Poco a poco intenté aumentar  el ritmo, pero fue imposible. Me quedaban solo las fuerzas justas para  intentar llegar . Las rampas eran interminables, nunca se acababan, además empezó a dolerme la cabeza. No quería ni mirar el garmin. Los kilómetros no pasaban, del 42 al 45 se me hicieron eternos. Me cruzaba constantemente con corredores que venían de vuelta y  que no escatimaban en dar ánimos a los que seguíamos en carrera. Y por fin la cima. En la última cuesta eché a correr y coroné la meta completamente extenuado pero inmensamente feliz y orgulloso por lo conseguido. Poco a poco fui digiriendo lo que había logrado.  Casi no podía hablar de la emoción que tenía. Había conseguido vencer al Veleta. Al final el tiempo marcó 7:28, increíble. Ha sido sin lugar a duda,  la carrera más dura a la que me he enfrentado. Muscularmente entré perfecto, sin ninguna molestia. Los pies frescos a más no poder dentro de mis huaraches  que se comportaron de maravilla. 


 Javier, llegó en condiciones inmejorables demostrando la clase que tiene  y el dominio en este tipo de pruebas. Igualmente mis compañeros Cath, segunda en su categoría; Natalia, Inma, Oscar, Álvaro y Juanma llegaron cumpliendo sus expectativas…. Campeones. 
 Ha sido una carrera en la que he disfrutado muchísimo a la vez que he  sufrido y  padecido, pero que al final ha tenido su recompensa. Volveré......

jueves, 18 de mayo de 2017

Viva la legión.....



La imagen puede contener: nube, cielo, exterior y naturaleza


Afortunado si, tremendamente afortunado me sentí  cuando crucé el arco en la alameda Rondeña.   No estaba muy animado hace unos meses cuando realicé la preinscripción, incluso cuando obtuve la plaza, tampoco me produjo una gran ilusión. Por qué?, pues no sabría explicarlo,  quizás por la razón de encontrarme un poco cansado   de carreras y de los preparativos que conllevan este tipo de pruebas. Incluso me planteé  anularlo o cederlo. La verdad es que cada vez me gusta más correr por correr sin  tener ningún objetivo a la vista. Pero conforme se iba acercando la fecha, afortunadamente todo empezó a cambiar. 

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Hace cuatro año, la disputé por primera vez y las sensaciones fueron buenas, pero el desgaste que sufrí, me hizo recapacitar y pensar que con una vez era suficiente.
Pero esta vez ha sido distinto, la he disfrutado, la he vivido,  la he sentido, la he gozado y no sé cuántos  calificativos  más se podrían achacar a todo lo que ha rodeado mi participación este año en los 101.
No sería verdad si dijera que todo ha ido  a la perfección. En una carrera de este tipo, que más la definiría como una prueba de resistencia, hubo momentos malos, pero los buenos  lo superaron. Fue un cúmulo de vivencias, de ganas de vivir, de satisfacción por cada  kilómetro  recorrido, algo muy grandioso que me hizo sentir  y disfrutar  de la lección de vida  que envuelve esta carrera.
Con Javi, experto y buen conocedor de los ambientes cientouneros  por sus numerosas participaciones anteriores compartí viaje y carrera. Todo es más fácil y distendido con él. Te anima, te arropa y  te entretiene  por su manera de ser y  por su profundo conocimiento de cada palmo  de la carrera. Fue él culpable  de que todo saliera de la mejor manera.
A las 11 en punto lo preceptivo, los clásicos vítores que te ponen la patata al máximo de revoluciones y a correr. Nos quedaban muchos kilómetros por delante. Nada más salí del estadio nos encontramos una ciudad entregada a su carrera. Impresionante como estaban las calles de gente animando. Entrar  dar la vuelta al ruedo y salir por la preciosa plaza de toros fue un detallazo  de la organización.
Como siempre hago, me planteé la carrera por tramos. No quería pensar más allá. Tanto Javi como yo decidimos mantener un ritmo no muy exigente pero continuo. Nuestra estrategia era la de parar lo menos posible, incluso ni para comer. Había que intentar  que la noche nos cayera lo más cerca de Ronda. Yo al correr con sandalias, sabía  que cuando faltara la luz  iba a tener un importante hándicap en mi contra.
Los primeros veintitantos kilómetros pasaron volando. Casi sin darnos cuenta llegamos al primer avituallamiento importante. Cogimos un sándwich, un donut, algo de fruta  y sin parar lo fuimos devorando.
Íbamos disfrutando, a un ritmo estupendo y sin ningún tipo de síntoma  que hiciera presagiar algo raro. La temperatura ideal, el cielo nubladete e incluso un agradable sirimiri nos refrescaba.  Mis pies perfectos, mis huaraches comportándose como campeonas ante la extrañeza de muchos corredores que se quedaban perplejo por mi forma de correr. 

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Los kilómetros iban pasando y empezamos a ver las primeras casas de arriate, las calles por la que pasamos llena de gente. Niños dándote caramelos y animando sin cesar. Es algo por lo que esta carrera se hace tan especial, la gente la hace suya y la disfruta. Nada más pasar el pueblo, la primera dificultad importante, la interminable cuesta. Una subida que no tiene fin. Cuando parece que se va terminando, de nuevo se empina y así hasta en varias ocasiones.
Los cincuenta estaban cerca, pero antes teníamos que pasar por Alcalá del Valle. De nuevo impresiónate el gentío, que manera de arropar a los corredores.  De momento todo marchaba según guion, tanto Javi  como yo  sin ningún problema y   ya a estas alturas descontando, habíamos devorado la mitad del recorrido.
Setenil  estaba muy cerca, era  el siguiente pueblo.  Indescriptible  el ambientazo. Ya por aquí las fuerzas no flaqueaban pero se iba notando lo recorrido. Entramos rapidísimo  en el avituallamiento y aun mas rápido salimos.  El siguiente tramo hasta el cuartel, recuerdo que se me hizo soporífero en la anterior participación.  En esta ocasión fue más llevadero. Empezó a hacer  un poco de calor pero seguíamos bien.  En la cuesta de Chinchilla, Javi empezó a notar algunas molestias estomacales. Me dijo que no  le esperara, que tirara y que intentaría darme alcance. Le dije que no, que me quedaba y que tiraríamos junto. Terminó por convencerme y al final decidí tirar.  Sabía que solo sería algo momentáneo y que lo superaría como así fue. Es un corredor con muchísima experiencia  y curtido en grandes  batallas. Ya no nos veríamos hasta la meta.
Uno de mis propósitos antes de empezar era el poder llegar de día al cuartel para aprovechar la luz solar lo máximo posible. Sobre las ocho de la tarde entré. Recogí la bolsa con la cena caliente y la devoré.  No quise ni sentarme, quería estar el mínimo tiempo parado para no perder nada de tensión. Sabía que si me sentaba en el comedor y me relajaba para cenar, me costaría arrancar y lo podría pagar.
Según los entendidos, a partir de aquí es cuando realmente empezaba la carrera. Quedaban  sobre veinticinco kilómetros agotadores y lo peor para mí, la noche. Nunca había corrido sin luz por montaña y con sandalias. Sería una experiencia nueva.  Se me abría un abanico de expectativas. Como afrontaría las bajadas, las fuerzas ya no eran las misma, pero la ilusión  estaba intacta. La cuesta de la Ermita agotadora. La bajada a Montejaque ya con poca luz espectacular que paisaje más bonito.  Poco a poco van pasando los kilómetros  y es cuando empiezo a sentir que el cuerpo  empieza a avisarme. Los primeros síntomas de agotamientos empiezan a aparecer, pero sé que lo tengo en la mano. Por fin después de una sinuosa vereda aparece la silueta de Ronda en la oscuridad. Qué imagen más maravillosa. No queda  nada.  En las bajadas ya no corro, no quiero arriesgar, muchas piedras sueltas y en cualquier momento puedo dar un traspié. Por fin Ronda, la sufrida cuesta del cachondeo, el centro y  felizmente la ansiada meta en la alameda.  Recojo la medalla y miro el crono, 13:58. No me lo podía creer. Había bajado casi dos horas de mi anterior participación.    Me siento en un banco y miro al cielo. Lo he conseguido, he vuelto a vencer a los 101 y esta vez en sandalias.
Javi entró diez minutos detrás mía, casi me coge. Increíble lo vivido, que maravilla, que sensaciones y que ganas de intentarlo de nuevo el próximo año. 
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Como resumen destacar, que ya puedo decir que mi transición al minimalismo ha concluido. Ha sido una prueba de fuego para mis pies que han aguantado perfectamente. Ni una sola ampolla, ni un rasguño, solo una pequeña herida producida por la cinta de la sandalia en el talón.
En cuanto a la organización decir que la legión se ha desvivido, todo han sido ánimos y sonrisas hacía los corredores. No ha faltado de nada. Los puestos cada cinco kilómetros con fruta e isotónico en abundancia. En fin todo de diez. No es de extrañar que esta carrera esté en la elite  a nivel nacional.
No me quiero olvidar de Oscar y de David, compañeros de fatiga que tuvieron algún problemilla pero que terminaron como los campeones que son. Tambien para el fuera de serie Juan Luis que por una inoportuna lesión tuvo que abandonar.  Igualmente  chapó para Inma y Natalia que hiciron una carrera de traca y una marca estratoferica. Una parte de esta pequeña gesta se la quiero  dedicar a mi compi  Pumwooky que ha pasado una rachilla de salud, pero que afortunadamente ya está casi repuesto y pensando en los grandes retos en los que va a competir.
 Viva la Legión....
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jueves, 6 de abril de 2017

Seguimos sumando.....



Nada es igual....O talvez si...!! Que más da,  por lo menos para mí. Han pasado más de 14 meses desde ese punto de inflexión que me hizo cambiar en esto del correr. Han sido periodos duros  en los que la sensatez me hacía frenar mi inquietud por avanzar más rápido de los debido.  Eran momentos de dudas, de dar marcha atrás,  pero que en los que afortunadamente  seguí  hacia adelante con mi transición al minimalismo.


A día de hoy creo que casi estoy totalmente adaptado. Cada día voy a mejor con mis huaraches, me siento más vivo, con más ganas y sobre todo y lo más importante sin ningún tipo de lesión.  En estos meses he completado un utral trail de 50 kilómetros, un maratón en el cual hice  MMP y varias carreras menores en las que he disfrutado muchísimo.
El pasado domingo disputé un bonito trail  por los montes algecireños. Fue la tercera subida a las corzas memorial Iván Navarrete con una participación de  más de 100 corredores.  La carrera discurrió por carriles. La primera parte con una   constante subida y la vuelta por el mismo camino convirtiéndose  en una espectacular bajada.  Mis sensaciones, estupendas.  El único problema mi forma de bajar. Aun me queda mucho que aprender, sigo sin controlar este aspecto, sobre todo por zonas escarpadas e irregulares. Pero en fin, poco a poco pienso que iré depurando la técnica y no penalizaré tanto en el futuro.
Al final me marcó el crono 59:41 en los 12,1 kms. llevándome la sorpresa al terminar de ser segundo en mi categoría. 

 

Todo fenomenal, los pies perfectos y las piernas  sin ningún tipo de molestias. Que más se puede pedir.  Por último no me quiero olvidar de mi club, los veteranos de Algeciras que prácticamente fiscalizaron el pódium en casi todas las categorías y de Oscar y  sobre todo Susana que se está convirtiendo en una fuera de serie en este tipo de carrera.  Seguimos sumando….. 



viernes, 24 de febrero de 2017

Otra vez Sevilla y van 8.......


Que de cosas pasan por la cabeza cuando corres un maratón. Un cúmulo de sensaciones inexplicable deambulan por nosotros sin un argumento lo suficientemente convincente para aclarar  el que  hacemos aquí.  Son momentos difíciles, nos machacamos, sentimos dolor, nos quedan secuelas, pero también en el haber están  esos momentos  que no cambiamos por nada.  Todo esto hace que sigamos y sigamos en esta aventura de la que estamos enfermo y que es como la propia vida, con sus sinsabores y con las satisfacciones, que es con lo que nos quedamos.
Esta vez era el octavo…..uff,  bonita cifra para luchar contra Filipídes. Todo apuntaba bien. Las sensaciones mejor que nunca. El plan que llevé brilló por su ausencia. Como siempre saliendo a correr por sensaciones y los domingos apretando  un poco más. Siempre me funcionó este sistema, aunque no puedo dejar  de reconocer que son efectivos, nunca he sido amigo de esos planes metódicos  y milimétricamente diseñado para hacer una determinada marca. Prefiero el día a día e  ir sumando el máximo de kilómetros.
Presumía que todo  podía ser distinto. Había algo muy importante que lo podía cambiar todo. Era mi primer maratón con sandalias. Algo nuevo, ilusionante al que tenía que plantarle cara con las posibles dudas que me acompañaban.

Con Javi Hernández viví el antes y el después.  Fueron parte de dos días en los que compartimos experiencias, anécdotas y sobre todo en los que aprendí mucho de sus correrías por todo el mundo.  Javier es un consumado ultranfondista que no le queda carrera importante por disputar.
Llegamos el sábado al medio  día a la feria, bastante animación, las fotos de rigor y para la comida de la pasta. Un platazo nos metimos, había que cargar hidratos para el Domingo.
Al día siguiente madrugón, este año era más temprana la salida. Desayuno contundente y rumbo al olímpico. Lloviznaba algo, que unido al viento y a la humedad reinante, formaban un aterrador escenario que nos hacía dudar.
Pistoletazo y a correr. Afortunadamente un poco antes de la salida dejó de chispear y curiosamente el viento también  desapareció  como por arte de magia. Como siempre la música a tope y AC DC acompañando momentos antes. Los vellos  de punta y palante.
Mi intención era la de tener un ritmo constante  y mantenerme, siempre que las fuerzas estuviesen de mi lado, por delante del globo de 3:30. Y así fue. En todo la carrera no me adelantó.
Los cinco primeros kms. pasaron volando, ni me enteré.  El garmin me iba marcando un ritmo medio de 4:37. Iba muy cómodo, disfrutando en todo momento  de la carrera y de Sevilla. Siempre que he participado en un  maratón, tengo una mínima que la llevo a rajatabla y es parar y beber en todos los avituallamientos, pienso que es fundamental la hidratación en una carrera tan exigente.
Siguen pasando los kms. paso el diez en algo más de 45 minutos…bien.  El ritmo sigue controlado, las sensaciones buenísimas y todo funcionando a la perfección. Los pies sin problemas y cada vez más contento.

El paso por la zona de la Macarena, espectacular,  muchísima gente animando y dando calor  a los corredores. El siguiente objetivo era el del medio maratón, pensaba que si llegaba sobre los 1:40, sería todo un éxito, pero cuál fue mi sorpresa que cuando pasé por el arco el crono marcaba 1:38. Subidón, se me empieza a pasar por la cabeza que puedo bajar  de los 3:30. El globo muy por detrás, de vez en cuando volvía la vista y sin rastro de él…buena señal.  Mi siguiente referencia: el campo del Betis, aún quedaba mucho, pero ya empezábamos a descontar.
Era consiente que aunque  me encontraba bastante bien, los momentos malos tendrían que llegar y así fue. En el 28 me vino un pequeño bajón. Las fuerzas ya no eran las mismas y opté por tomarme un totum que lo tenía reservado para un poco más adelante. Bebí dos vasos de acuario y de nuevo empecé a recuperar, aunque ya no iba tan fino. Afortunadamente pasó y llegue al Villamarín en el 32.  Empezó la Palmera, interminable, posiblemente uno de los tramos más temidos del maratón, lo positivo, que al final nos metíamos de lleno en lo mejor. El parque de María Luisa, impresionante, qué bonito, qué luz, qué animación, qué de gente.  Me adelanta un corredor con sandalias, nos saludamos y estuvimos un rato conversando.  Le pregunto  qué de donde es, y me responde,   joder…. de Bilbo, ostias…. que bonito es correr por Sevilla. Me anima a que sigamos junto pero le digo que siga, iba un puntito más rápido. Entramos en Reyes Católicos y al pasar por la Catedral casi había que correr en fila india por la cantidad de gente que había animado. Pasamos por el Duque, la Alameda y por fin el rio y la Barqueta. Empiezo a mirar más asiduamente el crono,  los cálculos mentales que hago me dan como resultado que los sub 3:30 prácticamente los tengo en el bote.  Aparece a lo lejos el Olímpico y aprieto los dientes. Ya no queda nada, increíblemente voy mejor de lo esperado . Entro en el  túnel y me sumerjo en la magia que envuelve el final de esta maravillosa carrera. Paso el 42 y enfilo la recta final, me niego a mirar el digital de la meta, cruzo el arco y paro el crono. Miro el reloj  y me llevo el sorpresón 3:23:08. Increíble, no me lo creo, he hecho MMP, menudo bocado le he metido a mi marca, más de 4 minutos. Irremediablemente se me saltan las lágrimas. Que satisfacción más grande.  Una chica me da la medalla y como es preceptivo le doy los dos besos de rigor. He vuelto a vencer al maratón y esta vez en sandalia. 


Mi amigo Javi hizo un extraordinario maratón, parando el crono en 3:33, fenomenal. No me quiero olvidar de tantos amigos  con los que he compartido entrenos como Cathy, Inma, Natalia, Jorge, Dani, Raúl Lasa, Jesús López, Raúl, Pepe Corbella, Jaime, Salvador, Jesús García, Javier Rocha y Jesús Zarza entre otros. Además de Miguelón que estaba en el 26 de voluntario. Enhorabuena  a todos. También destacar que nuestro club  ocupó el puesto nueve en cuanto a la clasificación por participación, un pelotazo.




sábado, 11 de febrero de 2017

Leitmotiv....





Toc toc…. Se puede.  Que de tiempo sin aparecer por aquí. No es que me haya cansado del blog, ni he dejado de correr, tampoco es que no tuviera nada que contar, sino que  estaba esperando la gran cita de todos los  años para aparecer de nuevo.
Pues si, ya está aquí de otra vez el maratón. Esa carrera de la cual enfermé hace años y que es el leitmotiv de todo cuanto hago en este mundillo. Todo va orientado hacia ella. La preparación, la motivación diaria y la fuerza que no sé de donde emerge pero que ahí está después de mucho tiempo.
Este año será el octavo,  casi seguro diferente a los anteriores. Ya estoy más curtido, pero aunque sigo siendo un corredor paquete, la chispa y las ganas de pelea están intactas desde el primer día.
Este maratón, será el primero de esta nueva tendencia en la cual estoy inmerso desde que crucé la meta el año pasado. El minimalismo se ha apoderado de mí. Convivo con él día a día y afortunadamente he logrado, no sin trabajo, cumplir los tiempos que me ha marcado la transición de correr con zapatillas a hacerlo con huaraches y descalzo.
Cuando crucé el arco en la Cartuja en el 2016 me propuse cambiar. Ha sido un  año magnífico, aunque no he disputado muchas carreras,  he disfrutado muchísimo aprendiendo de nuevo a correr. Han sido casi dos mil kilómetros en los que las lesiones  han brillado por su ausencia, en los cuales no ha habido ningún tipo de barrera por las que mis sandalias no se atrevieran a pasar y sobre todo, ha sido un continuo  aprendizaje de algo que no me podía imaginar.
En Sevilla será mi primer maratón en sandalias. No sé cómo saldrá la carrera ,  seguro  que habrá  un cúmulo de nuevas sensaciones  buenas y menos buenas a  las que intentaré hacerle frente para cumplir mis expectativas, que no son otras que la de terminar dentro de un tiempo aceptable y sobre todo... disfrutar, que es de lo que se trata.


La preparación ha sido como siempre, no cambio. Sobre todo la de meter muchos  kilómetros,  a la vez que de refugiarme de vez en cuando en mi bici de montaña metiendo muchas cuestas.
La suerte está echada; creo, que el trabajo hecho y las ganas de devorar Sevilla, enormes. Ya huele a Maratón. En una semana estaremos allí, donde las mariposas hacen de las suyas en el estómago y donde todo es diferente  a cualquier carrera. Veremos qué pasa.