Pudo haber sido y no fue…. Quizás en esta típica frase se
resuma la síntesis de mi sexto maratón. Que es lo que pretendía? Pues como
todos, en primer lugar intentar hacer marca personal y si no fuese posible,
pues lo de siempre, el tópico conformista de terminar lo mejor posible.
Como siempre que me enfrento a un reto de este calibre, mi
preparación había sido la de meter el máximo de kilometrajes y mucha bici de
montaña. Hasta ahora, este método no me había ido mal del todo y poco a poco en
mis anteriores maratones siempre había arañando algo.
Los entrenos anteriores habían sido fenomenales, las
sensaciones muy buenas y la tremenda
ilusión que tenia depositada en este maratón me hacía presagiar que algo
importante podía pasar. Pero, como siempre algo tenía que ocurrir. Por
problemas laborales, he estado la tres semanas anteriores de correr esta prueba
casi sin poder entrenar. Me he perdido la medía de Torremolinos, muchos días
sin poder salir y las importantes tiradas pre-maratón que aunque pienso que no
tienen mucha relevancia, sí ayudan a terminar una buena preparación.
El sábado pusimos rumbo a Sevilla, después de haber trabajado
de siete a una. Dos horas de carretera, comida y a patear Sevilla toda la
tarde. Sobre las doce por fin al hotel y a descansar después de un día
agotador. A las seis ring.. ring.. en pie. Contundente desayuno con Jorge y
Luis y rumbo al olímpico. Muchísima gente por todos los rincones, y a empezar con el ritual. A la entrada nos encontramos con Daniel,
Bernardo y Antonio, nuestros compañeros lomitos. Me comenta Daniel que ha
pasado una mala noche y que no está muy bien de cara a la carrera, tiene serias
dudas y andaba preocupado, lo animo y le
digo que quizás sea el presagio de un carrerón. Dejamos las bolsas en los
roperos, excelente organización y a calentar. Nos deseamos suerte y con la
música a tope, pistoletazo y que Dios reparta suerte.
Mi intención era la de salir a algo menos de cinco por
kilometro hasta la mitad y a partir de ahí, si las fuerzas me acompañaban,
intentar cumplir mi objetivo que no era otro que de baja de los 3:30 y si existía la
posibilidad y me acompañaban las fuerzas, intentar llegar a mi marca de 3:27.
Los primeros kilómetros transcurren muy bien, me sitúo por
debajo de 4:40, las fuerzas están intacta y voy disfrutando de cada zancada.
Jorge me acompaña y vamos muy sueltos y hablando. A partir del cinco aumento un
poquitín el ritmo para probarme y todo responde a la perfección, ninguna
molestia y las pulsaciones controladas.
Jorge se queda y yo continuo, habíamos
pactado que cada uno hiciera su carrera.
Van pasando los kilómetros y sorprendentemente me sigo
encontrando muy bien, de vez en cuando aparece un dolorcillo en la rodilla
derecha que va y viene, intento abstraedme de él y sin problema.
Un poco antes del kilometro diez, me encuentro con Miguel de “Correcorriendo” nos saludamos y lo veo a un
ritmo constante y con mucho control. Estamos un rato hablando y continuo.
Yo iba algo más rápido y él se queda. Quizás me tenía que haber quedado con él
y aprovechar su experiencia y su dominio de esta distancia. En el quince las
sensaciones seguían igual, mucha frescura,
seguía por debajo de los cinco minutos y a afrontar la mitad del
recorrido. Paso por la media maratón en 1:39, un minuto menos que el año
pasado, subidón. Constantemente se me
pasa por la cabeza que puede salir todo muy bien, aunque aún queda mucho. Me
paro en todos los avituallamientos para beber. Me fijo el treinta como
siguiente objetivo. Sobre el veinticinco empiezo a notar un pequeño pinchazo en
la planta del pie izquierdo, le doy la
justa importancia pero cada vez me
molesta más. No me impide correr, se me pasa por la cabeza los seis meses que
me tuvo una fascitis en el dique seco. Cada vez pincha más, casi no puedo
apoyar ya que es la zona justo detrás de los dedos. Decido parar y estirar el
pie, se me alivia algo y continuo corriendo. Antes del treinta me pasa Miguel y
me anima, lo veo muy bien y muy constante. Llego a los treinta regular, el
problema del pie continua, pienso que me hace más daño mental que muscular.
En el treinta y dos el Benito Villamarín, mucha gente animando y la Palmera por
delante, uno de los peores tramos para mi, se me hace interminable. Por fin el
parque de Maria Luisa, este año damos más rodeo por el interior, recupero un
poco y a enfilar los últimos siete kilómetros.
A estas alturas las fuerzas van muy justas, los parciales empiezan a
superar los cinco minutos y constantemente me adelantan corredores. Me pasa
Jorge y me dice que va muy justo, no puedo ni hablar, solo quiero que vayan
pasando los kilómetros y que aparezca el estadio. Pasamos por todo el centro,
había quedado con mi familia pero por la gran cantidad de público no los veo a
pasar por el punto establecido, aunque ellos si me ven a mí. Llegamos a la
Barqueta, ya no queda nada, Jorge lo tengo a treinta metros pero soy incapaz de
darle alcance. Y por fin el Olímpico, ya no miro el crono, voy justísimo y para
colmo en el túnel me adelanta el globo de 3:30, menudo chasco, soy consciente
de que la marca personal voló y bajar de
los 3:30 es casi imposible. Se me pasan miles de cosas por la cabeza en el tartán,
pienso que he vuelto a vencer al maratón, lo bonita que ha sido la carrera y lo
que he podido disfrutar. Se me ponen los pelos de punta con la gran animación y
con la música, esprinto y por fin termino. Al final 3:29:27, no ha habido marca
personal pero he bajado de los 3:30. Supercontento, completamente extenuado y
con lagrimas en los ojos me encuentro a Jorge y nos abrazamos, está eufórico, 3:29
marca personal. Nos dirigimos a por las medallas, preceptivo beso a la chica
que me felicita y me la entrega. Luis bajó de las cuatro horas, de lujo para su
primer maratón. Otro más y ya van seis, veremos hasta cuando aguanta el cuerpo para
seguir disputando esta distancia. Objetivo más que cumplido, no me puedo pedir
más….