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KEEP CALM and GO BAREFOOT

jueves, 18 de mayo de 2017

Viva la legión.....



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Afortunado si, tremendamente afortunado me sentí  cuando crucé el arco en la alameda Rondeña.   No estaba muy animado hace unos meses cuando realicé la preinscripción, incluso cuando obtuve la plaza, tampoco me produjo una gran ilusión. Por qué?, pues no sabría explicarlo,  quizás por la razón de encontrarme un poco cansado   de carreras y de los preparativos que conllevan este tipo de pruebas. Incluso me planteé  anularlo o cederlo. La verdad es que cada vez me gusta más correr por correr sin  tener ningún objetivo a la vista. Pero conforme se iba acercando la fecha, afortunadamente todo empezó a cambiar. 

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Hace cuatro año, la disputé por primera vez y las sensaciones fueron buenas, pero el desgaste que sufrí, me hizo recapacitar y pensar que con una vez era suficiente.
Pero esta vez ha sido distinto, la he disfrutado, la he vivido,  la he sentido, la he gozado y no sé cuántos  calificativos  más se podrían achacar a todo lo que ha rodeado mi participación este año en los 101.
No sería verdad si dijera que todo ha ido  a la perfección. En una carrera de este tipo, que más la definiría como una prueba de resistencia, hubo momentos malos, pero los buenos  lo superaron. Fue un cúmulo de vivencias, de ganas de vivir, de satisfacción por cada  kilómetro  recorrido, algo muy grandioso que me hizo sentir  y disfrutar  de la lección de vida  que envuelve esta carrera.
Con Javi, experto y buen conocedor de los ambientes cientouneros  por sus numerosas participaciones anteriores compartí viaje y carrera. Todo es más fácil y distendido con él. Te anima, te arropa y  te entretiene  por su manera de ser y  por su profundo conocimiento de cada palmo  de la carrera. Fue él culpable  de que todo saliera de la mejor manera.
A las 11 en punto lo preceptivo, los clásicos vítores que te ponen la patata al máximo de revoluciones y a correr. Nos quedaban muchos kilómetros por delante. Nada más salí del estadio nos encontramos una ciudad entregada a su carrera. Impresionante como estaban las calles de gente animando. Entrar  dar la vuelta al ruedo y salir por la preciosa plaza de toros fue un detallazo  de la organización.
Como siempre hago, me planteé la carrera por tramos. No quería pensar más allá. Tanto Javi como yo decidimos mantener un ritmo no muy exigente pero continuo. Nuestra estrategia era la de parar lo menos posible, incluso ni para comer. Había que intentar  que la noche nos cayera lo más cerca de Ronda. Yo al correr con sandalias, sabía  que cuando faltara la luz  iba a tener un importante hándicap en mi contra.
Los primeros veintitantos kilómetros pasaron volando. Casi sin darnos cuenta llegamos al primer avituallamiento importante. Cogimos un sándwich, un donut, algo de fruta  y sin parar lo fuimos devorando.
Íbamos disfrutando, a un ritmo estupendo y sin ningún tipo de síntoma  que hiciera presagiar algo raro. La temperatura ideal, el cielo nubladete e incluso un agradable sirimiri nos refrescaba.  Mis pies perfectos, mis huaraches comportándose como campeonas ante la extrañeza de muchos corredores que se quedaban perplejo por mi forma de correr. 

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Los kilómetros iban pasando y empezamos a ver las primeras casas de arriate, las calles por la que pasamos llena de gente. Niños dándote caramelos y animando sin cesar. Es algo por lo que esta carrera se hace tan especial, la gente la hace suya y la disfruta. Nada más pasar el pueblo, la primera dificultad importante, la interminable cuesta. Una subida que no tiene fin. Cuando parece que se va terminando, de nuevo se empina y así hasta en varias ocasiones.
Los cincuenta estaban cerca, pero antes teníamos que pasar por Alcalá del Valle. De nuevo impresiónate el gentío, que manera de arropar a los corredores.  De momento todo marchaba según guion, tanto Javi  como yo  sin ningún problema y   ya a estas alturas descontando, habíamos devorado la mitad del recorrido.
Setenil  estaba muy cerca, era  el siguiente pueblo.  Indescriptible  el ambientazo. Ya por aquí las fuerzas no flaqueaban pero se iba notando lo recorrido. Entramos rapidísimo  en el avituallamiento y aun mas rápido salimos.  El siguiente tramo hasta el cuartel, recuerdo que se me hizo soporífero en la anterior participación.  En esta ocasión fue más llevadero. Empezó a hacer  un poco de calor pero seguíamos bien.  En la cuesta de Chinchilla, Javi empezó a notar algunas molestias estomacales. Me dijo que no  le esperara, que tirara y que intentaría darme alcance. Le dije que no, que me quedaba y que tiraríamos junto. Terminó por convencerme y al final decidí tirar.  Sabía que solo sería algo momentáneo y que lo superaría como así fue. Es un corredor con muchísima experiencia  y curtido en grandes  batallas. Ya no nos veríamos hasta la meta.
Uno de mis propósitos antes de empezar era el poder llegar de día al cuartel para aprovechar la luz solar lo máximo posible. Sobre las ocho de la tarde entré. Recogí la bolsa con la cena caliente y la devoré.  No quise ni sentarme, quería estar el mínimo tiempo parado para no perder nada de tensión. Sabía que si me sentaba en el comedor y me relajaba para cenar, me costaría arrancar y lo podría pagar.
Según los entendidos, a partir de aquí es cuando realmente empezaba la carrera. Quedaban  sobre veinticinco kilómetros agotadores y lo peor para mí, la noche. Nunca había corrido sin luz por montaña y con sandalias. Sería una experiencia nueva.  Se me abría un abanico de expectativas. Como afrontaría las bajadas, las fuerzas ya no eran las misma, pero la ilusión  estaba intacta. La cuesta de la Ermita agotadora. La bajada a Montejaque ya con poca luz espectacular que paisaje más bonito.  Poco a poco van pasando los kilómetros  y es cuando empiezo a sentir que el cuerpo  empieza a avisarme. Los primeros síntomas de agotamientos empiezan a aparecer, pero sé que lo tengo en la mano. Por fin después de una sinuosa vereda aparece la silueta de Ronda en la oscuridad. Qué imagen más maravillosa. No queda  nada.  En las bajadas ya no corro, no quiero arriesgar, muchas piedras sueltas y en cualquier momento puedo dar un traspié. Por fin Ronda, la sufrida cuesta del cachondeo, el centro y  felizmente la ansiada meta en la alameda.  Recojo la medalla y miro el crono, 13:58. No me lo podía creer. Había bajado casi dos horas de mi anterior participación.    Me siento en un banco y miro al cielo. Lo he conseguido, he vuelto a vencer a los 101 y esta vez en sandalias.
Javi entró diez minutos detrás mía, casi me coge. Increíble lo vivido, que maravilla, que sensaciones y que ganas de intentarlo de nuevo el próximo año. 
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Como resumen destacar, que ya puedo decir que mi transición al minimalismo ha concluido. Ha sido una prueba de fuego para mis pies que han aguantado perfectamente. Ni una sola ampolla, ni un rasguño, solo una pequeña herida producida por la cinta de la sandalia en el talón.
En cuanto a la organización decir que la legión se ha desvivido, todo han sido ánimos y sonrisas hacía los corredores. No ha faltado de nada. Los puestos cada cinco kilómetros con fruta e isotónico en abundancia. En fin todo de diez. No es de extrañar que esta carrera esté en la elite  a nivel nacional.
No me quiero olvidar de Oscar y de David, compañeros de fatiga que tuvieron algún problemilla pero que terminaron como los campeones que son. Tambien para el fuera de serie Juan Luis que por una inoportuna lesión tuvo que abandonar.  Igualmente  chapó para Inma y Natalia que hiciron una carrera de traca y una marca estratoferica. Una parte de esta pequeña gesta se la quiero  dedicar a mi compi  Pumwooky que ha pasado una rachilla de salud, pero que afortunadamente ya está casi repuesto y pensando en los grandes retos en los que va a competir.
 Viva la Legión....
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